Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 2, 4-28

4 Judas, llamado Macabeo;

5 Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Affús.

6 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,

7 exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y
la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es
entregada en
manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?

8 Ha quedado su Templo como hombre sin honor,

9 los objetos que eran su gloria, llevados como botín, muertos en las
plazas sus niños, y sus jóvenes por espada enemiga.

10 ¿Qué pueblo no ha venido a heredar su reino

11 y a entrar en posesión de sus despojos? Todos sus adornos le han
sido arrancados y de libre que era, ha pasado a ser esclava.

12 Mirad nuestro santuario, nuestra hermosura y nuestra gloria,
convertido en desierto, miradlo profanado de los gentiles.

13 ¿Para qué vivir más?»

14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y
se entregaron a un profundo dolor.

15 Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron
a la ciudad de Modín para los sacrificios.

16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus
hijos fueron convocados.

17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a
Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás
bien apoyado de hijos y hermanos.

18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han
cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y
os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»

19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que
forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto
de sus padres y acaten sus órdenes,


20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de
nuestros padres.

21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.

22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro
culto ni a la derecha ni a la izquierda.»

23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un
judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín,
conforme al decreto real.

24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus
entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.

25 Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar
y destruyó el altar.

26 Emuló en su celo por la Ley la gesta de Pinjás contra Zimrí, el hijo
de Salú.

27 Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel
que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»

28 Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las
montañas.